Con el inicio del nuevo trimestre, es bastante probable que nuestra agenda empiece a llenarse de reuniones de todo tipo: informativas, formativas, creativas, resolutivas, organizativas…
La complejidad de las organizaciones y la distribución de roles, funciones y responsabilidades de cualquier empresa suele ser compleja y aún es más acentuada en los entornos educativos. Esto implica que los directores de los centros tengan que entrenar su habilidad directiva para poder gestionar de forma eficaz las reuniones.
Esta habilidad supone ser muy consciente de las 4 fases de una reunión: preparación, inicio, desarrollo y cierre (hablaremos de esta estructura en otro post). También buscar el equilibrio entre la estimulación y la limitación de la participación de todas las personas que forman parte de la reunión, y poder encauzarla convenientemente.
Pero, el gran reto, ante todo, es el de convertir las reuniones en espacios de tiempo bien aprovechados, de forma que se conviertan en una inversión, evitando a toda costa aquellas que Eric Matson denomina “REUNIONES MORTALES”.
¿Qué convierte a una reunión en MORTAL?
1. ACTITUD: la poca seriedad de los participantes que no toman las reuniones con seriedad, llegan tarde, se van temprano y la mayor parte de la reunión no prestan atención.
2. PARTICIPACIÓN: la gente no dice la verdad (o no participa).
3. TIEMPO: son demasiado largas, no se miden ni controlan los tiempos.
4. PREPARACIÓN PREVIA: falta información para tomar las decisiones críticas.
5. PRODUCTIVIDAD: se divaga más de lo que se produce.
6. IMPACTO: después de las reuniones no hay cambios, las decisiones no se convierten en acciones.
7. EVALUACIÓN: las reuniones no mejoran, se siguen cometiendo los mismos errores.
Piensa en la última reunión en la que participaste, ¿qué cambiarías? ¿qué mantendrías? ¿qué incorporarías?
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