Hoy, 28 de diciembre, es día de los Santos Inocentes. Tanto en España como en Latinoamérica, es tradición gastar bromas, costumbre a la que también se unen los medios de comunicación, que dan rienda suelta al humor.
Esta festividad me ha traído a la mente el uso (o la ausencia) del humor en las aulas. ¿No te parece, cuando menos desafortunado, el hecho de que el humor esté un poco relegado en el mundo de la educación?
La risa es una gran fuente de energía emocional y de optimismo. Genera un ambiente distendido que favorece las relaciones, reduce el estrés y relativiza los problemas: ¿cuántas veces hemos oído que hemos de aprender a reírnos de nosotros mismos y de la vida? Podríamos decir que es una competencia más, una “soft skill”.
Pero si yo no soy divertido, ¿qué pasa entonces?
Usar el humor en el aula no implica convertirnos en payasos o en actores cómicos que garanticen risas: no todos somos “divertidos”, ni tenemos una tendencia natural a hacer reír a los demás.
Se trata de contagiar la sonrisa, de hacer la vida más agradable a los demás, cada uno desde su personalidad, buscando el tipo de humor que encaje con su forma de ser. Siempre sin forzar, buscando el reírnos con alguien no de alguien, poniendo el acento en el BUEN HUMOR, no solo en el humor. Significa aprender a enseñar desde un punto de vista beneficioso para alumnos y maestros.
Beneficios del uso del humor en el aula
Los beneficios del humor impactan a nivel social, psicológico y emocional. Además, la risa se puede convertir en una estrategia mediadora para el aprendizaje. Estas son solo algunas de las ventajas de usar el buen humor en nuestro aula:
1. Mejora la retención memorística
2. Facilita la comunicación
3. Potencia la creatividad
4. Enriquece el lenguaje y la relación con él
5. Desarrolla la empatía
6. Estimula la aceptación de los errores
7. Fortalece los vínculos sociales
8. Motiva al aprendizaje
9. Reduce los niveles de estrés
10. Facilita la resolución de problemas
¿Cómo podemos introducir estas dosis de humor en clase?
-Utiliza viñetas divertidas o citas humorísticas que te sirvan para despertar la reflexión en tus alumnos, no solo en clase, sino también en actividades escritas o pruebas de evaluación.
Quino (Mafalda), Woody Allen, Groucho Marx, Francesco Tonucci, Farreres o Forges son opciones que podrías explorar, en función de la etapa educativa en la que impartas docencia. La gran mayoría de estos autores tienen un tipo de humor bastante irónico y ácido, ¡dan bastante juego! Prueba a trabajar este tipo de viñetas en cooperativo, verás como disfrutan y aprenden juntos.
-Invita a los alumnos a crear chistes: es una actividad con la que entrenarán la competencia lingüística, la creatividad y la originalidad, además de poder incorporar contenidos curriculares.
-Ríete de ti mismo, no tengas miedo ni vergüenza. El tomarnos “poco” en serio a nosotros mismos ayuda a los alumnos a bajar su nivel de autoexigencia e incrementa su tolerancia a la frustración.
-Intercala en tu discurso referencias divertidas a temas de actualidad que sean del interés de los alumnos: ¿conoces sus series de televisión favoritas? ¿los juegos que están de moda? ¿cuáles son sus temas de conversación? A partir de ahí, ¡imaginación al poder!
Estas son solo algunas ideas, pero seguro que a ti se te ocurren muchas más. Verás que, haciendo uso del humor, los alumnos mostrarán más interés por aprender y por participar, el ambiente de la clase será más distendido y agradable y la resolución de conflictos será más ágil.
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