Los seres humanos nos comunicamos porque está en nuestra naturaleza: somos seres sociales y naturalmente necesitamos de la comunicación para relacionarnos con nuestros semejantes.
Hacerlo nos permite establecer vínculos con los demás y tomar el control de nuestras vidas. El lenguaje nos proporciona las palabras para compartir nuestros pensamientos, ideas y deseos de diferentes formas.
Pero no basta con comunicarnos, sino en APRENDER A HACERLO cuidando nuestras palabras. Parafraseando a Luis Castellanos, “las palabras forjan nuestros relatos, nuestra personalidad y memoria. Nos enseñan a ver el lado favorable del mundo, a protegernos, a entender nuestra historia”.
La palabra más PODEROSA en la relación con uno mismo y con los demás es una palabra sencilla, humilde, sin grandes pretensiones: SÍ. El “sí” abre las puertas a la creatividad, a la posibilidad, a la oportunidad. Aporta energía. Y las palabras negativas, así como también las etiquetas, nos comprimen la visión del mundo, cierran las puertas a la posibilidad, al cambio: no nos dejan avanzar.
Hace ya muchos años, con mis alumnos hacía una sencilla rutina al iniciar el día. Uno a uno, iban diciendo:
· Hoy es un buen día porque…
· Mi propósito de hoy es…
Ahora, los días que llevo a mis hijos al colegio, la hago con ellos, pero introduciendo varios cambios que consideré necesarios después de formarme en Coaching y Lenguaje Positivo. Estas pequeñas modificaciones han marcado una gran diferencia. ¿Quieres saber cuáles son?
1. Los propósitos siempre los narramos en positivo, es decir, nunca van precedidos por el "NO". Poco a poco han ido modificando su lenguaje y se van corrigiendo unos a otros. Las INDICACIONES O NORMAS precedidas por un NO, llevan implícito un claro mensaje: “TÚ NO PUEDES”.
Y es que no es lo mismo decir: “Hoy no me portaré mal en clase”, que “hoy me esforzaré por estar mejor sentado en mi silla”. O no es lo mismo decir “No me pelearé con Pepe” que “haré un esfuerzo por sonreír a Pepe”.
2. Otro aspecto en el que incidimos, es en que las metas sean “pequeñitas”, es decir, procuramos huir de grandes propósitos inalcanzables del tipo “me haré amigo de toda la clase” o “sacaré un diez en todas las asignaturas”. Solo les generaría frustración y desánimo. ¿Te acuerdas de las METAS SMART? Pues aplicamos este concepto a sus pequeños propósitos diarios.
3. Procuramos ser asertivos, expresar comprensión hacia el otro en caso de que repita la misma meta varios días seguidos y tratamos de animarle.
¿Qué puedes conseguir con actividades como esta?
- Reforzar el autoconcepto
- Aumentar la autoestima
- Mejorar tolerancia a la frustración
- Enriquecer el vocabulario
- Trabajar la capacidad de escucha
- Entrenar la asertividad y la empatía
Puedes hacer este ejercicio contigo mismo, con tu equipo de trabajo, con un alumno o con tus hijos (si los tienes). También es importante saber que como en todo lo importante y bueno de la vida, requiere de entrenamiento y constancia.
Te invito a que HOY veas el lado positivo de tu día, a que te propongas una pequeña meta SMART y que te hables con cariño, paciencia y delicadeza.
¡Cuida tus palabras y ellas cuidarán de ti! (Luis Castellanos).
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