Aún conmocionada y con el corazón encogido por el anuncio de la invasión de Ucrania. Triste, rabiosa y enfadada porque parece que a los humanos nos cueste aprender de nuestros errores.¿Por qué seguimos matando y generando sufrimiento por mantener o cambiar relaciones de poder? ¿Por qué dirimimos disputas en base a diferencias económicas, ideológicas o territoriales?
Ya el filósofo inglés Thomas Hobbes en su obra “Leviatán” hacía alusión al concepto “Homo homini lupus” (El hombre es un lobo para el hombre), haciendo referencia al origen individual, egoísta y violento del ser humano, entendiendo que el estado natural del hombre lo lleva a una lucha continua contra su prójimo. En contraposición, Jean-Jacques Rousseau, sostenía que el ser humano nace bueno y libre y es el mundo el que lo corrompe.
Independientemente de lo que nos muestre la historia o nos digan los pensadores más importantes de la filosofía, lo que está claro es que la violencia es una realidad con la que crecen nuestros niños y jóvenes. ¿Es entonces posible cambiar el rumbo de la historia y evitar conflictos?
Pues lamento decirte que no. El conflicto es y será siempre una constante en el ser humano por el mero hecho de ser seres sociales. Esto implica que de forma habitual entramos en conflicto con el otro e incluso con nosotros mismos: en ocasiones por motivos legítimos y necesarios como son proteger nuestra privacidad, legitimar nuestros principios o defender nuestros derechos… pero también hay orgullos, soberbias, envidias...
El conflicto es y será siempre una constante en el ser humano por el mero hecho de ser seres sociales.