Pues sí, los niños mienten (¡y los adultos también!). Algunos con mayor frecuencia que otros, unos dicen pequeñas mentiras y otros algunas más grandes.
La mentira es una conducta propia del humano, es decir, las otras especies no pueden mentir porque no tienen un lenguaje que les posibilite expresar lingüísticamente el engaño. La mentira tiene una ventaja adaptativa (Fuentes, 2013), es decir, es uno de los mecanismos de adaptación que tienen las especies para sobrevivir, entre ellos el mimetizarse o camuflarse para confundir a los depredadores, tomando formas y funciones diversas que les permitan tener una apariencia inofensiva. A su vez, el engaño también es una estrategia de interacción social (González, 2010).
La mentira es una conducta propia del humano, es decir, las otras especies no pueden mentir porque no tienen un lenguaje que les posibilite expresar lingüísticamente el engaño.
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